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Política comunicacional de lavadero (el caso del Issste)

Política comunicacional de lavadero (el caso del Issste)

Alfonso González

En la subdelegación de prestaciones del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste), en Puebla, existe una carpeta de investigación por el desfalco de 14 millones de pesos.

Un fraude millonario por el que el subdelegado de prestaciones económicas del instituto, José Fausto Gutiérrez, fue despedido en enero del año en curso, y por el que la jefa de prestaciones, María Mireya Alcántara Rosas, tuvo el mismo destino.

El escándalo incluso alcanzó a una empleada más del Issste; una persona que atiende las ventanillas, pero a quien el día que le exigieron la renuncia se negó a firmarla bajo el argumento de que demandaría la institución por despido injustificado.

En la investigación realizada se detectó que los desvíos económicos realizados se hicieron con el código de la jefa de prestaciones.

Sin embargo, es el pan de cada día en el Issste en Puebla, donde ya lo dije y lo vuelvo a repetir “todo mundo hace lo que le plazca, con la complacencia de los jefes”, o al menos los hechos así lo dejan ver.

Este tipo de irregularidades y corruptelas son de todos conocidas, incluso de Ignacio Arenas López, subjefe de Comunicación Social, y quien sabe de comunicación lo que su servidor de astronomía.

El punto es que mientras en el Issste hay un caos y un desgarriate, un desorden y una estela de corruptelas, funcionarios como el señalado se empeñan en querer tapar el sol con un dedo intentando aclarar única y exclusivamente lo que pueden, lo que su diminuta capacidad les da.

A pesar de ello, en el instituto no cesan las irregularidades y las tropelías, pues a los trabajadores que recientemente cambiaron por haber incurrido en esas asquerosas prácticas no se les abrió una carpeta de investigación sólo porque se presumen protegidos.

Y es que, aunque en el Issste se detectan desvíos o se pide dinero hasta para imprimir un estado de cuenta (tal como lo realiza el encargado de la ventanilla 12, quien orgullosamente viste las casacas de su equipo favorito de futbol), todo queda en una simple llamada de atención.

Lo cierto, es que al interior y exterior del organismo todos los fraudes se saben, mientras que a las autoridades les sigue dando igual que siga operando esa mafia.

¿Sabrán que con las plataformas que trabajan se pueden hacer adecuaciones a los salarios y quitar el cobro del Fovissste para así poder tener un préstamo más “jugoso”?

A propósito, en el caso de la ordeña de los vehículos del instituto se exhibió un video en redes sociales y el personal del área jurídica salió de inmediato al paso, aunque el ex subdelegado de administración, Fernando Leyva Castro, prefirió no meterse en problemas con el implicado debido a que es de base, por lo que optó únicamente por enviarlo “de castigo” al archivo”.

Así las cosas en el Issste, mientras tanto sus jefes y su personal viven la vida loca.

Desde hace varios meses he dado cuenta de los malos manejos dentro del instituto, así como de las desatinadas y fallidas reingenierías que se han querido hacer disque para corregir las cosas, a pesar que no hayan logrado aclarar absolutamente nada.

El esquema del desfalco es toda una realidad, el cual ha persistido en préstamos y en pensiones, y que, al parecer, nunca va a terminar porque simple y sencillamente sus autoridades no lo quieren erradicar.

Y, ojo, se habla de la ordeña a los recursos del Issste y, desde luego, a los de la nación.

En la edición pasada de Posdata publiqué fotos y sustenté el cobro de un préstamo a domicilio, el cual le costó el puesto a la jefa de préstamos, a quien le duró el cargo apenas cuatro meses.

Eso sí, su único castigo fue irse del área al archivo, lugar a donde mandan a los “trabajadores incómodos” -por un rato- hasta que se calmen las aguas para que después vuelvan a sus lugares de origen.

A ver ahora qué se le ocurre tratar de aclarar al área de comunicación del Issste, donde, pobrecitos, nomás no dan una.

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En twitter: @poncharelazo
Facebook: Alfonso González

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